Adela Cueva Díaz

Consultoría Psicológica – Psicoterapeuta Familiar Sistémico – Coach

Boletín 23

Las caricias físicas acarician el alma de su bebé

Cuando un niño está en la panza de la mamá su mundo es agradable y seguro, al nacer tiene que adaptarse a las ternuras de sus padres. Las caricias le ayudan en su adaptación, le devuelven el sentimiento de paz que aún no ha olvidado. Además esas caricias o “skin food”, como le llaman en algunos países, deben mantenerse durante su crecimiento. En este sentido la especialista Susana De Gaetano, integrante del Servicio de Neonatología del Hospital Lagomaggiore, Argentina, enfatizó que “el niño crece en la medida que es acariciado, hablado y mirado, de lo contrario no hay posibilidad de desarrollo mental”. Sin la ternura el cerebro no acaba de madurar. Sin la palabra no habrá humanización posible.

Es la primera comunicación que debe mantener con el bebé ¿Quién podría hacerlo con más amor? ¿A quién puede interesarle más? Las relaciones afectivas primigenias son las que dan fortaleza y calidad a la estructura de su futura personalidad. La falta de afectividad de los padres afecta cada día a más niños en edad preescolar, encontrándose en ellos un desarrollo mental lento.
La calidad de las relaciones afectivas que tenga el bebé al crecer son responsabilidad de papá y mamá.

Acaricie a su hijo, es lo que corresponde hacer para que los chicos no accedan a la escuela ya con sus condiciones disminuidas. La ternura y las caricias favorecerán el desarrollo de sus habilidades, su corteza cerebral estará fortalecida, tendrá un mejor rendimiento, una personalidad armónica, y calidad en lo que produzca.

Clr. Adela Cueva Díaz
Counselor Sistémico
Orientadora Familiar
Conciliadora Extrajudicial
Mstr. Ciencias para La Familia

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