Historia de la televisión II
Qué alegría ver cuando papá sacó el televisor de la caja, todos nos empujábamos para estar en primera línea.
Luego me recuerdo hipnotizada, sentada en el piso, frente a la caja de imágenes, más impresionada que interesada. La casa tomó un aire silencioso y mamá nos dejaba frente al televisor para ir a comprar, ya no nos llevaba con ella. Mis hermanos y yo empezamos a pelear porque no todos queríamos jugar, o porque uno tapaba al otro o porque uno hablaba y no dejaba escuchar lo que había en la tele.
Antes de la llegada de la tremenda caja, nos permitían hablar en la mesa, bromear y reír, ahora hablar estaba prohibido, mis padres habían cambiado y esa caja se volvió sospechosa.
Por las noches mamá se quedaba hasta tarde contándole a papá lo que había visto en la tele durante el día (no habían programas nocturnos). Le tuve celos cuando mamá ya no venía a darnos el beso de las buenas noches.
Con el tiempo la acepté en casa y aprendí a disfrutar de los concursos, de los programas de canciones criollas, de las recetas nuevas, hasta aprendí a pararme como se paran las modelos de la tele y se lo mostraba a mi papá cuando llegaba de trabajar.
Papá nos contó un día orgulloso que les había regalado un televisor a mi abuela y mi tía que vivían en Chiclayo. Oh – dije interiormente apenada – mi prima se quedó sin su beso de las buenas noches.
Clr. Adela Cueva Díaz
Counselor Sistémico
Orientadora Familiar
Conciliadora Extrajudicial
Mstr. Ciencias para La Familia