El valor de un acto bueno

Un día una señora pidió dinero, casa por casa, para enterrar a su madre y luego vimos, a la supuesta difunta, paseando por la calle. Los que la apoyamos días atrás tuvimos sentimientos encontrados: contentos de que no se haya muerto y enojados con su hija por haber estafado nuestra sensibilidad.

Nunca haga que su hijo se arrepienta de haber hecho un acto bueno dándole mensajes revertidos como “te agarraron de tonto”. Si los demás le han fallado, en realidad son ellos quienes no han sabido valorar un acto bueno. Hacer estos comentarios es tan malo como decir que la bondad es irrelevante o que es sólo para gente tonta. Confunde a sus hijos y no los hace mejores personas. Puede decirle a su hijo cosas como: “lo que tú hiciste estuvo bien, demostró tu corazón generoso y desinteresado, pero no todas las personas lo entienden, no dejes que nadie te desanime a hacer el bien”. Enséñele a sacar el mensaje positivo de las decepciones, por ejemplo, que aprenda a ser generoso de una manera más eficiente, entregando el dinero a instituciones benéficas o a personas confiables. Un valor es un tesoro, aunque esté escondido o las personas no sepan apreciarlo. En este caso la generosidad es un valor en sí mismo y si otros lo utilizan mal no somos nosotros quienes debemos arrepentirnos, si no los que actuaron desvirtuándolo.

Clr. Adela Cueva Díaz
Counselor Sistémico
Orientadora Familiar
Conciliadora Extrajudicial
Mstr. Ciencias para La Familia